11.7.09

Salta - Día 1

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Miguel Sokolic

Figuraciones: el asiento 23 del colectivo vacío a la mitad, la luna suspendida al costado de la ruta sobre el horizonte negro del campo, la pésima película de acción mientras sucede el viaje, y el acto de esperar la llegada, dormitando. Sólo eso me queda de la noche anterior a ésta. Mamá, estás tan cambiada, siempre igual a nunca. No nos vemos hace meses y ya es suficiente ¿vamos a tomar algo? Te cuento, má, la luna de anoche era inmensamente amarilla y plena ¿no la viste? Algo está pasando con todo. Lo que me hablabas cuando algo grave nos venía, las canciones que la abuela te cantaba, las predicciones de los sabios, los niños que parecen grandes, y los cambios en la naturaleza. Algo está pasando con todo. Vos lo viste. Pero la casa sí es la misma. Mascotas, hermanos, sobrinos. La charla alrededor de los silencios. El color de las paredes, y los pasillos a los que todavía no me animo. Papá, estaré acá unos días, ok, el martes te espero. También hoy llegaron los primeros turistas. Me enteré que los elijen a dedo. Pero de su recepción en la 9 de julio pasé de largo, derecho al MAAM. Y tras el recorrido, en el libro de visitas, no podía dejar de poner esto: un bajón que ya no tengan para el público la biblioteca. De algunos además se oía un bajón que ya no tengan para el público la biblioteca. Horas más tarde comeré empanadas con hermano. Me contará de él, de su chica que ya no. Llegaré a casa y trataré de dormir siesta pero no me dejarán. Sobrinos, son hermosos, pero ¿juguemos a que me moría? Esta noche quiero estar despierto.
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