16.11.10

espiral

Miguel Sokolic

Me pasa. Siempre vuelvo al mismo punto, a las circunstancias y metáforas que lo enmarañan. Cuando un sentimiento me aleja y el tiempo se come los días, no desespero. Estoy ahí. A veces me dejo pensar en los planetas y el espacio vacío llenando el sistema entero. El movimiento de los cuerpos atraídos. Alguien me contó de un hombre que se fue a la cima de una isla en medio del lago. Pasó días y noches en profunda meditación. En un momento su balsa se desprendió del muelle y el agua la llevó a la deriva, y nunca nadie la encontró. Hoy volví a casa con tantas ganas de escribir esa historia, pero no pude. Me ganó la sensación de ansiedad y sorpresa por saber lo que en ella pasa. Durante el intento hubo canciones góspel desprendiéndose de los parlantes. Astronomía de voces al unísono coreando frases, marcando salmos. Cuando la casa está sola, los muebles quietos, la luz del día apagándose de a poco en las rendijas de las aberturas, soy como el hombre de la isla. Son horas en que escucho en mi cabeza las voces de personas que quise y ya no están. Voy callándolas diciendo sus nombres con mi boca, pensando en la forma en que se forma a cada instante el universo.
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