pasaba la noche y en la traffic ya estaba entusiasmado hasta la médula porque en minutos volvería a ver la banda que nunca dejé de escuchar desde niño en la casa de mis padres e iba concentrado mirando las casas de San Carlos y la gente en las calles caminando rumbo al estadio y todo era lo de siempre los negocios ambulantes las gaseosas los vinos y comidas regionales y los mismos aromas y colores del ritmo negro propio de un carnaval de sentimientos donde se condensa el fuego el aire el agua y la tierra para sentirse uno pertenecido
antes del ingreso era bueno pasearse por el predio vecino y visitar las artes de manos de los lugareños hacer el recorrido que es también un panorama de la memoria o un simple catálogo de bienes comerciales como al turista le guste recibir lo ofrecido los vallistas desde los diaguitas hasta los originarios actuales siembran su legado y de cada cosecha a una parte la dejan intacta y a otra la transforman adecuándola a los tiempos del presente
entrado el show peñero de los grupos modernos arriba del escenario se desenvolvía la algarabía del agite para que el público no sienta qué se le está cantando sino que se tenga entre una cosa llamémosla baile y otra llamémosla diversión pero en ninguna ocasión nunca nadie se paró a decir escuchen las letras que están hablando de nosotros los de antes los de ahora
pareciera que el impacto de lo que se busca es entretenimiento y es éxito rotundo cuando todos se mueven porque da lo mismo que haya cumbia reggaeton o pogo o tampoco es así ya no da lo mismo lo que importa es cuánta gente viene y paga su entrada que cada año es más alto el precio a la par del cachét de los números principales
sucedía el folklore en todo el estadio y bajo las tribunas en los espacios libres la masa se movía en ocho o en cuatro pasos cuando había que hacerlo al compás de la propuesta amplificada en los parlantes me ubiqué en un rincón al frente del escenario donde mi visión desde arriba tenía la perspectiva de todo lo que se desenvolvía en el predio y desde ahí podría vivir mejor la hora y media que el grupo al que fui a ver tenía para todos para algunos para mí
el grupo ascendió la dimensión de la fiesta a la par de los fuegos artificiales que estallaban por detrás con canciones morenadas bailes tobas y sayas en absoluta perfección al ejecutarlas y pusieron el acento a la noche de que hay una geografía inmensamente viva en la astronomía del canto popular que es un alivio y no deja de ser efectiva como el tinku que está de moda y aunque es posible ojalá no lo echemos a perder porque para muchos ya no se siente el límite o éste sólo es político y la frontera es nada más que burocrática tal vez
el fuego expansivo multicolor poliforme de lo que arriba se emocionaba en explosión caía como vino en la copa hacia una manada llovida de adrenalina y sed de mucho más que me preguntaba cómo lo hacen cómo lo hicieron cómo aprender sin seguir los parámetros de lo que marca el tiempo moderno el mercado lo inmediato y con la sola dirección de ir hacia el lugar de donde siempre se viene