23.12.09

bailan durante todo el día

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Éramos por ese entonces quienes andábamos a los saltos por las tardes persiguiendo la atención de las chicas, descubriendo la música de Mötley Crüe y reconociendo en la voz de Vince Neil aquella electricidad interna de adoración al diablo que aún nos acompaña en algún punto. La imagen es: tres menores en el banco de una plaza, vestidos con el uniforme de gimnasia de un colegio católico, tipo siete de la tarde. El más alto de ellos tiene flequillo largo y le pasa a escondidas un cigarrillo al de rulos, que no sabe si agarrar. El rubio se ríe y le dice que no sea maricón, que ahora su mamá no lo está viendo. Y pasan autos cada tanto. Es invierno y empieza a oscurecer.
Me viene ese recuerdo mientras fijo la mirada en dirección a una terraza, donde (advierto) las antenas alcanzan a estirarse en dirección al cielo. Pienso en el video preferido de aquellos compañeros de curso. La cámara le apunta a los suicidas desde la altura de los pies y ellos van largando sus insultos con patadas y piñas en el aire, mientras gritan la misma estrofa todo el tiempo: se quieren matar: el mundo es una mierda: se quieren matar. La historia comienza con la charla entre vecinas que esperan el turno de ser atendidas por la mujer del almacén. Hablan de dos tipos que caminan por el medio de una calle rodeada de edificios (ahí cambia la escena y aparecen los chicos centrales) y que uno de ellos es arrollado por un auto dando giros en el aire hasta caer e impactar su frente contra el piso. Pero la música sigue y el atropellado ensangrentado se levanta y canta enfurecido el estribillo. Veíamos ese video en el top 20 de Mtv y siempre pensábamos que merecía estar en el primer puesto, pero no.
15 años más tarde hago de cuenta que estamos juntos otra vez en una pizzería, en las sillas de afuera de una pizzería, y volvemos a lo mismo; encender la primera chispa de un fulgor que entra por la boca hasta llegar a los pulmones, hablando de las chicas que ya no vemos y según tenemos noticias algunas se divorciaron, otra que anduvo metida en la merca cuando estaba en la facultad y de otra que se acuesta por algo de plata. Se enciende el resplandor del cigarrillo y le abrilla la mirada a quien antes era rubio y hoy nos cuenta: ahora en el rescoldo de mi cuadra los iniciados son un grupo de adolescentes que se juntan por las siestas en la casa del frente y al cabo de un rato se pierden por la cancha del barrio. No podría calcular su edad exacta pero creo que ninguno llega a los 15. Hace poco a uno de ellos le compraron una moto en la que anda a toda velocidad y siempre lleva a alguien, aunque le recomendaran que no la exija demasiado hasta que no la asiente. Es el mismo chico que anduvo desaparecido casi un año y de quien los vecinos comentaban que estaba recluido en una granja dos pueblos más al norte.
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