Escribí la contratapa para el librazo de Manuel Esnaola:
Cuarenta
recursos humanos enchufados cada uno a su tarea habitual, el estupor ante un
estallido, el saqueo de una ferretería visto desde el balcón, las reflexiones
de dos amigos mientras reparten free pass
en una esquina de Nueva Córdoba, son algunos de los elementos que le sirven a
Esnaola para disparar una sucesión de significantes a lo largo de Nada Fuera De Lo Común. Si es verdad que
el pensamiento y la emoción moldean nuestras vidas, afuera sucede otro circo y eso es algo que, al fin de
cuentas, nos condiciona. Y en estos poemas siempre pasa (o está pasando) ese algo. A veces son solo un par de niños
jugando en la canchita detrás de las vías, o el sol que se duerme sobre los
eucaliptos. Pero tales circunstancias, por efectos concatenados, atraviesan el singular
modo de llevar la vida, como la suma de sucesivos papeles secundarios. Algo que
no está dicho nos dejará marcados cuando leamos los poemas de este libro. Pero
que no nos sorprenda, no se trata solo de poesía: con una inquietud latente que
le da ritmo a cada verso, la escritura de Esnaola avanza por los filamentos de
un borde oculto pero preciso, nombrando los pequeños hábitos con los que vamos
llenando el día hacia el final de la noche. Y lo que queda siempre es un
regalo, un jardín donde podemos jugar /
un rato a ese juego que dice / que la vida funciona así de simple / como el
amor sin protagonistas.